Arde Roma mientras Nerón alimenta la fantasía de convertirse en un dios inmortal, dueño de la vida de su pueblo, a quien controla con su política de “pan y circo”, llegando incluso a protagonizar él mismo obras de teatro, recitales de poesía y concursos musicales. Obligado a ser emperador por su madre Agripina, acaba asesinándola, pero ni aún así se libra de su presencia.